23 may 2020

Mala amante

He estado tanto tiempo sin roble a que aferrarme
que ahora -vela tímida que se asusta del mar-
te tengo un poco de miedo.
Una pierde la costumbre de besar,
de abrir la boca y encontrarse con otra que le regala aliento
y sabor
y se queda extasiada ante los ríos de leche
que corren en ese intercambio tan irritantemente corto.
Pierdo mucho tiempo al mirarte
y de tan absorta que estoy
se me escapa el placer al cielo
que luego no quiere ni oír hablar de devolvérmelo;
es comprensible: el cielo lo hacen la felicidad de los amantes
y las lágrimas de los que lloran por amor correspondido.
Me pongo muy nerviosa cuando apagas la luz,
cuando desabrochas mágicamente mi falda,
quiero prolongar el minuto antes de partir hacia el olvido,
quiero fotografiarme bella y sonriendo
y tus manos no me dejan o el silencio ya no se hace de relojes
sino de suspiros.
He permanecido tantos días sin sol
que este sol me enoja los sentidos
y me produce llagas en la espalda.
Compréndeme, a un enfermo de los ojos que va a curarse
no le dejan ver toda la luz de la luna
y yo soy una enferma de amor
que necesita recuperarse de su pasado
con sus caricias dulces,
con pasiones comedidas de sexualidad,
con la ternura infinita de unos brazos
rodéandome sin prisas.
He estado tanto tiempo llena de pisadas sin respuesta
que ahora he de tornar a la inversa una testarada mirada
para encontrar la ruta y volver contigo a casa.


 Almudena Guzmán, Poemas de Lida Sal (1981)

10 mar 2020

Afán



Amor y poesía, cada día.
J.R.J
La poesía, como el amor,
se escribe cada día.
No basta el poema de ayer
y el amor no descansa.

Algo nos queda siempre sin decir
bajo los versos,
flotando entre los brazos
y los ojos del poema.
Igual que una piel,
al despegarse de otra piel,
desde la plenitud de dos
cae en la soledad
que renueva el deseo.

Por eso, como la noche
inevitablemente
despierta en la mañana,
siempre vuelvo a escribir poemas,
vuelvo siempre a perderme en ti.

Ángeles Mora

5 feb 2016

Hoy es siempre todavía. -Antonio Machado-

30 ene 2014

Cuando un hombre, que es joven y se cree inmortal, siente que todo se derrumba -el porvenir vaticinado en los pactos con el Diablo, los sueños de inasible belleza, la utopía que se doraba como pan en la inimaginada fragilidad de la conspiración-, busca una mujer. Cuando todo se derrumba, la mujer queda, resiste. Nadie sabrá decir, nunca, por qué.

-A.R-

28 dic 2013

"(...) Ante ella, repetiré que no he escrito un libro sobre la guerra, sino sobre mí y sobre la lengua de uno que jamás escribirá contra la guerra, contra la lluvia, los sismos, ni las tormentas, y siempre contra las maneras equivocadas de nombrar y de convivir con nuestro destino".

Fogwill, Los pichiciegos